La fecundación in vitro (FIV)

La tasa de éxitos de la fecundación in vitro se reduce según aumenta la edad de la mujer

La fecundación in vitro o, atendiendo a sus siglas, FIV consiste básicamente en extraer los óvulos de la mujer y fecundarlos en el laboratorio con los espermatozoides de la pareja y, una vez que se ha comprobado la correcta evolución de los embriones, implantarlos en el útero, lo que se conoce como transferencia embrionaria. Se realiza en casos de esterilidad del hombre o la mujer y también cuando, en ausencia de esterilidad, no se produce la fecundación del óvulo aunque no se conozcan las causas.



En el caso de que se recurra a la fecundación in vitro por esterilidad moderada o grave del varón, que puede deberse a diversas causas: baja movilidad de los espermatozoides (astenospermia), menos de 100.000 espermatozoides (criptospermia) por mililitro de semen, escaso número de espermatozoides y de baja movilidad (oligoastenospermia) o la existencia de más de un 85% de espermatozoides anormales en la muestra de semen (teratospermia). En el caso de que la esterilidad se deba a la ausencia total de espermatozoides (azoospermia) en el semen no se podrá realizar la fecundación in vitro, a no ser que se recurra a la donación de semen.

Para que pueda llevarse a cabo la fecundación in vitro, la mujer debe ser capaz de producir óvulos y además no debe presentar anomalías uterinas o alteraciones de otro tipo que impidan la implantación del embrión o mantener la gestación. Si la causa de esterilidad es que los ovarios no producen óvulos o estos son inadecuados, la única opción para realizar la fecundación in vitro es recurrir a la donación de óvulos.

El proceso de la fecundación in vitro comienza con la estimulación de los ovarios mediante la administración de hormonas para que produzcan óvulos. Llegado el momento, a través de la vagina se procede a realizar una punción ovárica para la extracción de ovocitos.



Simultáneamente se recoge el semen y se analiza en el laboratorio para seleccionar los espermatozoides más idóneos para la inseminación. Ésta se lleva acabo incubando un ovocito junto a un espermatozoide en un ambiente controlado y se observa el crecimiento de los embriones para, transcurridos siete días,  realizar la implantación en el útero de los embriones seleccionados, procediendo a la congelación de los sobrantes.

Hay que señalar que la fecundación in vitro puede presentar algunas complicaciones, tales como el síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO), embarazos múltiples (un 12% de embarazo gemelar), riesgo de aborto natural en las primeras semanas de gestación o un embarazo ectópico (el riesgo es cinco veces mayor que en un embarazo por medios naturales).

En cuanto a los resultados que se obtienen mediante la fecundación in vitro, éstos son mayores cuanto más joven es la mujer. Si en las menores de 35 años la tasa de éxitos alcanza el 40%, ésta se reduce paulatinamente con la edad, de tal modo que en una mujer de 40 años las probabilidades de lograr el embarazo son de poco más del 10%.
 

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